Durante siglos, los anusim —judíos obligados a convertirse al cristianismo— mantuvieron encendida la llama de su identidad de forma silenciosa y creativa. En Brasil, como en otras regiones de América Latina, algunas costumbres sobrevivieron sin que sus descendientes supieran que eran de origen judío. Muchas se diluyeron con el tiempo, otras quedaron escondidas en lo profundo de la tradición oral familiar.
Este artículo recoge rastros sutiles, simbólicos y olvidados que han sido identificados por investigadores, testimonios orales y estudios culturales, principalmente en regiones como Minas Gerais, Bahía, Pernambuco, Ceará, y el noreste rural brasileño, pero también con paralelos en Colombia, México y el Caribe.
1. El Shemá escondido en canciones de cuna
Algunas abuelas cantaban a sus nietos frases que fonéticamente se acercaban al Shemá Israel:
"Shimá, Isarel, Adonái, Elénua..."
Estas nanas eran transmitidas como "palabras para que el niño no tuviera miedo". Se cantaban durante generaciones sin saber su origen. Investigaciones de campo en Minas Gerais y el interior de Pernambuco recogieron varias versiones entre descendientes rurales.
2. Sellar las puertas con sal y ceniza
Durante plagas, eclipses o tormentas, era común en ciertas casas rurales marcar las puertas con una mezcla de sal y ceniza. Algunos lo hacían en forma de triángulo o cruz, sin saber que esto evocaba el acto de los hebreos al marcar sus puertas en la noche de Pésaj (la salida de Egipto).
3. Guardar el primer pan horneado
Muchas familias apartaban un pedazo del primer pan horneado "para la bendición de la casa". Esto recuerda a la hafrashat jalá, la separación de una parte de la masa como mandamiento. Se hacía sin rezos, pero con respeto ancestral.
4. La lámpara en el rincón
Era común dejar encendida una vela o lámpara en un rincón de la casa durante la noche del viernes. Se llamaba "luz del descanso" o "luz del abuelo". Esta costumbre refleja la ner tamid (luz eterna) del judaísmo y el encendido de velas de Shabat.
5. Orar hacia donde sale el sol
Algunos ancianos rezaban en silencio o meditaban al amanecer, siempre mirando hacia el este, por "costumbre de los viejos". Esto se alinea con la tradición de orar hacia Jerusalén, aunque ellos no sabían su origen.
6. La piedra de protección
En ciertas casas se guardaba una piedra lisa, blanca o pulida envuelta en tela, escondida en una caja o armario. Se creía que traía protección y no debía tocarse. Podría representar un eco simbólico del mishkán o del Kotel (Muro de los Lamentos).
7. Lavado de manos sin bendición
Antes de las comidas importantes, algunas familias usaban una jarra especial para lavar las manos "como hacía la abuela". No recitaban rezos, pero el gesto guarda relación con la netilat yadayim (lavado ritual de manos).
Fuentes y contexto:
- Entrevistas recopiladas por antropólogos brasileños como Anita Novinsky, Flavio Mendes, y Paulo Valadares.
- Estudios de campo realizados por el Museu da Inquisição em Belo Horizonte.
- Testimonios familiares recogidos por organizaciones como Reconectar.org y genealogistas sefardíes.
- Parálitos culturales documentados también en comunidades en Santa Marta (Colombia), Nuevo León (México) y la República Dominicana.
Este artículo busca dar voz a esas costumbres que sobrevivieron entre las grietas del olvido. Cada gesto, cada canto, cada luz encendida sin saber por qué, es parte de una memoria que ahora regresa a la superficie.
Ariel דה לה פניה
Desde la oscuridad, hacia la luz.